Hoy ha amanecido otro día más, triste,
parece que el tiempo empieza a entrar
en una depresión contagiosa
y al pobre le queda la peor parte
porque todavía le faltan las lágrimas.
La rutina empieza a perseguirme,
el despertador, el negrito de los pañuelos
que me llama Shakira y me dice
que soy muy bonita, estas palabras que brotan
en mi intelecto por el camino, la fac,
los árboles desnudos más otoñales que nunca
que me muestran sus raíces y orígenes
que le dan un toque melancólico al día,
que parece que derraman lágrimas de dolor,
y que, en blanco y negro,
sobrarían las palabras para describilos
porque mostrarían su estado más natural,
las hojas secas y muertas que veo caer
a mi lado por el camino,
mi amada literatura otra vez, …
una cara triste que me cuesta cambiar
por culpa del tiempo, los sentimientos de tristeza
que se apoderan de mi cuerpo
y mente y a los que cuesta vencer,
la pereza que sigue llegando y que
parece monótona, que quita más las ganas de estudiar,
el sol que se deja ver más apagado,
que se pone su máscara nublada,
pero que es el mismo sol que
desea colarse entre las nubes
porque se deja ver tenuemente,
canciones tristes que descubren
la verdadera realidad de algunos,
estas palabras vividas y presenciadas,
un tentempié de uvas,
los recuerdos que llegan a mi memoria de la playa,
de los días cálidos, luminosos y felices del verano,
de las ganas de darme un chapuzón
y de ver como mis cabellos castaños
se van transformado en rubitos,
de sentir el caliente sol bronceando mi piel,
de surcar los mares en el barco
haciendo que me sienta, por unos instantes, libre,
y de sentir los granos de arena acariciando
mis dedos de los pies al darme un paseo kilométrico
por la playa viendo el atardecer,
¿será que añoro todo esto porque no puedo
respirar aquí la brisa marina de mis
queridas marismas onubenses? ¿o será porque el otoño
es igual a melancolía del pasado? …
Menos mal que después de la tormenta
siempre llega la calma y con ella,
los ansiados rayos de sol.
